A veces me llego a creer mis propias patrañas. A veces las historias que me cuento me suenan casi a gran verdad y me gusta pensar no solo que podrian llegar a pasar si no que van a ocurrir.
A veces me siento durante horas solo para engañarme a mi mismo.
Y de pronto choco con la realidad y ya son tanta veces que tengo su regustillo amargo metido en los huesos.
No hacen falta cinco años para que me demuestres que estaba equivocado, ni siquiera hacen falta veinticuatro horas. Ahora solo hace falta tiempo y saborear otras cosas para olvidar tu olor y tu regusto que, junto con el anterior, no consigo olvidar de una vez y para siempre. El problema es que las oportunidades que surgen no son mas que pequeñas maneras de ilusion que me hacen tropezar otra vez con el suelo.
Una semana estoy en la cumbre, me siento capaz de cualquier cosa, pasan dos y me siento ninguneado por el planeta tierra.