miércoles, 6 de mayo de 2009

El detective (4)

Pasó toda la noche pensando como abordar aquello con las pruebas que tenia ya que no habia sacado nada demasiado claro de su visita a la casa de Marie.

Al final llegó la mañana y, muy a su pesar, decidió tomar la via rapida, la via que no soportaba pero que en este caso (salvo colarse en su almacen cometiendo un delito de ayanamiento, cosa que no iba a hacer a no ser que estuviese seguro de poder encontrar algo) era inevitable. Ir a cara descubierta.

Era exponerse demasiado pero no habia otro modo.

Asi que despues de desayunar de nuevo donde Paulie se dirigio al centro financiero en donde estaba la sede de la empresa del marido de Marie, Howard Henderson. Era un rascacielos enorme, uno de los mas grandes de toda la ciudad. Jack entró por la puerta y se acercó a la recepcion. Despues de echarle un ojo a la recepcionista mas guapa fue al grano.

-Seguro que una chica tan guapa como tu puede decirme donde está el despacho del señor Henderson. -dijo para llamar su atencion sin dejar de sonreir.
Ella solto una risita estupida -Tiene una cita
-Con usted? no, lamentablemente todavia no
De nuevo la risita estupida -Que tonto... me refiero con el señor Henderson.
-Claro. De hecho llego tarde asi que si se puede dar prisa.
-Si, es el ultimo piso.
-Muchisimas gracias preciosa, vengo luego vale.

Y se dió la vuelta dejando a la recepcionista con su risita estupida.

Subio en el ascensor hasta la planta 100 (como he dicho era un gran edificio) en donde se encontraba, casi exclusivamente, el despacho de Howard Henderson. Era "casi exclusivo" suyo ese piso porque lo compartia con una pequeña sala de espera en donde trabajaba Gladys, su secretaria de 58 años.

-Hola -dijo el detective tocando el timbre
-Hola, disculpe tiene una cita?
-Está el señor Henderson ahi dentro -señaló una gran puerta cerrada, la unica salida de la habitacion aparte de el ascensor.
-Si, pero ahora mismo está reunido, si es tan amable de esperar.
-No mujer, no creo que le moleste.

Caminó hasta la puerta ignorando las advertencias de Gladys y la abrió de un empujon. Dentro Howard Henderson y los dos hombres de negocios Japoneses con los que estaba reunido dieron un brinco del susto.

-Howard Henderson! -Grito Jack mientras caminaba hacia ellos- ¡Parece que por fin nos conocemos!
-Disculpe -contestó el sorprendido- pero... quien es usted y como se atreve a aparecer por aqui de esa manera?
Pero Jack ya no le escuchaba, habia comenzado a pasearse por el amplisimo despacho mirando los cuadros, la libreria y las grandes vistas que un monton de ventanas enormes al rededor de todas las paredes (salvo en la que estaba la puerta) mostraban -Vaya! tiene usted un despacho verdaderamente bonito Señor Henderson, realmente exquisito -cogio una botella de wishkey- y ademas un buen gusto para las bebidas alcoholicas, si señor, es usted todo un cliche en cuanto a supermagnates de los negocios.
-Escucheme perfecto desconocido, salga ya de mi despacho o llamaré a seguridad.
Jack se giró entonces y comenzó a caminar hacia el furioso -¿¡Perfecto desconocido!?¿¡Perfecto desconocido!? Como se atreve! ¿Es que acaso no sabe quien soy?
-Resulta evidente que no lo se
-Bueno bueno bueno, pues entonces le diré quien soy. Me llamo Jack Smith y soy detective privado.
-Bueno detective, quiere hacer el favor de salir de aqui antes de que lleguen los de seguridad y lo echen de mi edificio? Y sepa que con echar me refiero a que le den una brutal paliza y lo tiren en el primer contenedor que encuentren.
-No, no sin hablar sin usted.
-Y de que quiere hablarme?
-Bueno, se ha enterado de que Harry Spineli ha sido encontrado muerto?
-No me suena ningun Spineli detective, no se ha donde quiere ir a parar
-¿De verdad? Porque juraria haber escuchado por ahi que Spineli estuvo en su casa dos noches antes de ser encontrado muerto
-¿Está insinuando algo?
-¿Tiene algo que ocultar?
-No se quien le habrá dicho que ese tal... como se llame estuvo en mi casa pero, siento decirle que es mentira, mi mujer lo corroborara si quiere

Jack se quedó mirandole a pocos centimetros. Los dos empresarios Japoneses no daban credito a lo que estaba pasando.

-Confio en que me este diciendo la verdad, no soporto que me mientan.
-Detective... ¿sabe que la paranoia se considera una enfermedad mental curable?
Él le sonrio, justo en ese momento entraron dos gigantes del cuerpo de seguridad. -Está bien, me marcho. Pero recuerde Howard.... las paredes oyen.
-Lo tendré en cuenta detective.

Los dos gigantes le cogieron por la espalda. Jack forcejeo y al final por orden de Howard lo soltaron.

Despues bajó los cien pisos. Aquello no habia servido para nada.

Sin embargo todo le olia a que Henderson ocultaba algo. Se encendio el ultimo cigarrillo de su paquete.

Ahora solo le quedaba colarse en los muelles.