miércoles, 22 de julio de 2009

Los dias de lluvia

Recuerdo el ultimo dia de lluvia. Como si mi vida fuese una pelicula mala durante todos los malos momentos de mi vida ha llovido. Llovió en el entierro de mi madre cuando tenia 15 años. Llovia cuando descubri que el que hasta entonces era mi mejor amigo se estaba acostando con la que hasta entonces era mi novia, y llovió el dia de la ultima discusion con Luci, la discusion definitiva, la gota que colmó el vaso despues de tres años de relacion, dos años y nueve meses de compartir piso.

Aquel dia nuestros gritos ensordecian los truenos que habia fuera y los llantos de nuestro bebe, que desde su cuna parecia pedirnos calma. Llovieron insultos y se levantaron trapos sucios que los dos creiamos haber enterrado en nuestros respectivos sotanos mentales. Al final ella se dio cuenta de lo que hacia el bebe, me hizo callar y lo cogio. Casi al mismo tiempo que el aire se calmó el bebe se durmió.

Nos sentamos en la cama y nos miramos.

-Supongo que esto es el final -dije yo
-Supongo -dijo ella y una lagrima le recorrió la mejilla.

El llanto me corroia por dentro como si fuese acido en mi garganta. Tenia un nudo tan grande que casi dejo escapar mis lagrimas. Mire al pequeño y respiré hondo, ninguno de los dos tenia que verme llorar asi que me levante y me fui a la cocina. Ella se quedó un rato sentada en la cama acunando al bebe dormido mientras por la ventana veia como cientos de gotas chocaban contra el cristal, la calle empapada y el agua que no dejaba de caer hacian parecer que Dios se apiadaba de nuestros problemas y que le afectaban tanto como a él. Me encendi un cigarrillo para intentar calmarme. Casi media hora despues vino ella, ya tenia puesto el abrigo y aunque tenia los ojos rojos, muestra de que habia estado llorando, fue fuerte y no derramó una segunda lagrima delante mio.

-Voy a irme a casa de Natalia, ya he hablado con ella y he hecho la maleta.
-Y el niño?
-Se queda aqui hoy, mañana vendré a por él y recogeré la cuna
-Donde estan los biberones?
-En el armario, daselo como a las diez
-Y los gases?
-Los soltará solos... y si no de todas maneras creo que ya me has visto hacerlo las suficientes veces como para saber como se hace. Los pañales estan en el armario de nuestro cuarto junto a su ropa, no le quites ojo de encima si le sacas de la cuna y...
-Luci tambien es mi hijo, y como dices llevo viendote cuidarle demasiado tiempo como para no saber hacerlo. Estaremos bien hasta mañana. Luego ya veremos como nos organizamos
-Bien...

Le acompañe a traves del recondito salon hasta la puerta.

-He llamado a un taxi -dijo- debe estar esperandome abajo.
-Espera, te acompaño y te ayudo con la maleta...
-No hace falta
-Insisto.

Bajamos las escaleras desde el segundo piso sin decir nada. Escuchabamos los truenos y el agua chocar contra el suelo. Cruzamos la acera desde el portal y la acompañé hasta el taxi. Despues de meter su maleta en el portamaletas nos miramos y nos dimos un abrazo.

-No tiene porque ser asi -le susurre al oido sin soltarla- quedate
-No me pidas eso... llevamos demasiado tiempo en esta situacion. Ya se ha terminado y nos negamos a aceptarlo.

Cuando nos soltamos se metió en el coche y desde la ventanilla me hecho una ultima sonrisa. Seguia con los ojos rojos y el labio inferior le temblaba. Creo que a mi tambien. Desde luego el nudo en la garganta me dolia como si fuese un clavo ardiendo. Se despidió con la mano y cuando el taxi arrancó me quedé alli, en camiseta y bajo la lluvia, mirando como se alejaba calle abajo.

Entre en mi casa vacia y fui hasta la cuna del bebe. Me quedé mirandolo, le acaricie la cara y abriendo sus diminutos ojos sonrió.

Resulta curioso como hasta en las situaciones mas dolorosas, al igual que en las tormentas mas tremendas, cuando llega la calma hay un claro de luz que nos saca una sonrisa.