lunes, 28 de septiembre de 2009

Indios y Vaqueros

-Pam! Pam! Estas muerto! -Gritó mi hermano saltando desde detras del sofá y apuntandome con el dedo.

Tenia ocho años y yo no pasaba de los seis. Recuerdo poco de la casa en la que pasabamos los veranos, solo recuerdo el calor del desierto y el ventilador en el techo dando vueltas, siempre dando vueltas. Bien pensado, aunque guardo el recuerdo (debido a mi corta edad y estatura de entonces) de que era enorme, era una casa muy pequeña. Tampoco es que pudiesemos permitirnos mucho mas, suficiente con que mi padre podia cogerse quince dias de vacaciones todos los veranos para llevarnos al desierto en el culo del mundo de Texas a visitar a sus padres.

La familia de mi padre siempre fueron basura blanca de Texas. Conservadores, racistas y paletos. Mi padre por suerte se largó de alli y llegó a conocer a mi madre. Aun hecho de menos a mi madre, siempre nos sonreia, aunque un segundo antes y sin que ella nos viese la hubiesemos visto llorar ella siempre se secaba las lagrimas, sonreia y nos decia que no pasaba nada, que todo iria siempre bien.

Aquel dia estabamos jugando a indios y vaqueros. El dia anterior habian hechado una pelicula del oeste, no recuerdo si fue una de John Wayne o "Grupo salvaje" pero estabamos en aquel momento obsesionados con las historias del oeste. Ademas, estabamos en Texas y teniamos ocho años ¡Como no ibamos a estar obsesionados con el Oeste!. Ibamos de un lado a otro disparandonos con nuestros dedos, saltando alrededor de aquella pequeña casa, dentro y fuera de ella. Nos atrapabamos y nos pegabamos (o mas bien mi hermano, al ser el mayor, me atrapaba y me pegaba) y vuelta a empezar.

-¡Ja ja! ¡Estas atrapado sucio piel roja! -me dijo mi hermano cuando se puso sobre mi

Luego me soltó un puñetazo, haciamos eso constantemente, nunca iban a doler nuestros puñetazos. Luego se levantó y cambiaron las tornas, ahora era yo el que debia atraparlo despues de contar. Cerre los ojos y comence a contar. Escuche a mi hermano correr entre los cuartos y luego un silencio solo roto por el sonido monotono del ventilador a toda velocidad y el zumbido de la unica mosca que quedaba viva dentro de la casa.

Cuando termine de contar me levante y metido en mi papel rode hasta la habitacion de mis padres, siempre con el dedo dispuesto a apuntar. Mire en el armario pero no hubo suerte, mire debajo de la mesa y tampoco, al final me decidi a mirar debajo de la cama. No estaba mi hermano pero encontre una caja que no estaba alli antes, la saque y la inspeccione. Era una caja rectangular verde sin demasiado misterio, parecia una caja de zapatos pero pesaba demasiado para llevar zapatos. La abri y encontre un revolver. Nunca habia visto uno tan de cerca y nunca habia imaginado que un revolver fuese a pesar tanto, no sabia que hacia ahi ni de quien era (estaba seguro de que mis padres, pacifistas confesos, no guardaban armas en casa) pero no importaba, tenia un revolver, ahora si que era de verdad un vaquero.

Continue rastreando la casa. Mientras tanto mi hermano habia saltado por la ventan del cuarto de mis padres y habia vuelto a entrar por el salon a la casa y estaba escondido debajo del sofa. Desde lejos le vi un pie y decidi darle un sulto. Salte a su espalda y le apunté con el revolver.

-Pam! Pam! -grité- ¡Estas muerto!

Siempre recordare el ruido ensordecedor del disparo, el olor a azufre del casquillo gastado y el sonido de mi hermano cayendo sobre la madera.






Tarde años en superarlo y aun hay dias en los que escucho el sonido de mi hermano impactando contra el suelo y veo como me mira con la mirada perdida de un muerto. Sobre la pistola resultó que era de mi tio Lou, hermano de mi padre, con la que habia matado dos dias antes a un tipo en un bar. Muerto de miedo le pidio a mi padre que se la guardase y él tenia un concepto de la familia tan grande que no pudo evitar ayudarle. Al final terminaron los dos en la carcel, uno por asesinato y otro por complice y yo pase a vivir solo con mi madre que, aunque lloró en soledad todos los dias de su vida, siempre me miró con una sonrisa y me dijo que no pasaba nada.