martes, 21 de julio de 2009

Atlantic City

Dicen de Atlantic City que es las vegas de la costa este. El ruido de las tragaperras, los timbres infernales de los premios constantes que crean esa falsa ilusion de que siempre hay alguien ganando junto con el olor a alcohol y cerrado debido a la ausencia de ventanas conforman una atmosfera que se encuentra en pocos lugares del planeta tierra, lugares en los que la moralidad o la vergüenza han sido sustituidos por los dioses del dinero y las maquinas de frutitas.

Dicen que Atlantic City es las vegas de la costa este. Desde luego si no lo es se le parece mucho.

Y alli, en uno de sus muchos casinos, sentado como cada dia en su mesa de BlackJack junto a su copa de Jack Daniels (que como todos los dias ya llevaba tantas encima que la ultima se le habia aguado por los hielos) estaba Eric.

A sus cincuenta y siete años aquello era lo unico que le quedaba. Un par de años antes habia sido despedido de los astilleros, sus jefes alegaron recortes presupuestarios debido a la baja venta de barcos de los ultimos años. Le dijeron un monton de cosas que no entendia, le dieron un finiquito y antes de que pudiese asimilar que era lo que acababa de pasar estaba de patitas en la calle.

Despues de seis meses buscando trabajo perdió toda esperanza y un dia acabó alli, en aquella mesa, atado a una copa de Jack Daniels y jugandose los pocos ahorros que le quedaban. Despues perder a Rita, su mujer con la que llevaba casado mas de 30 años y a su hijo Lewis y su mujer, Marion, fue solo cuestion de tiempo.

A cada rato aparecia Lewis para intentar devolverlo a casa y salvarlo. Le decia que lo dejase, que le iban a ayudar y que si hacia falta le mantendria él mismo. Pero Eric era demasiado orgulloso y obstinado para ceder y cada dia volvia a sentarse en su mesa. A veces ganaba, a veces perdia, pero nunca llegaba el dia del pelotazo, el dia que ansiaba y con el que soñaba en el que solo ganase y al final tuviese tanto dinero como para poder salir del arroyo.

No dejaba de ver a gente salir del casino ciegos de dinero y no podia entender como a él, que iba a diario, aun no le habia tocado. Al final concluyó en que era una cuestion de estadistica y que tarde o temprano ese dia llegaria.

Despues de una noche infernalmente mala salió del casino aun con su copa en la mano. Caminó haciendo eses hasta el muelle y se quedó apoyado en la vaya mirando al mar y las luces de la ciudad que se ergia al otro lado de la costa. La luna en el horizonte brillaba con muchisima fuerza. Se encendió un cigarrillo y miró su vaso.

Una lagrima le recorrió la mejilla. A cada rato, cada mes o cada tres semanas, tenia una crisis de esas en las que su ansiado dia parecia demasiado lejano. En los que tenia un momento de lucidez y se daba cuenta de todo lo que habia perdido por dejarse derrotar por el mundo. En los que no podia evitar llorar de rabia y odiarse a si mismo. Agarró el vaso y lo tiró al mar. Se secó las lagrimas y sin darse cuenta sacó el movil de su bolsillo. Siempre hacia lo mismo y siempre se detenia ahi, nunca reunia el valor suficiente para vencer su orgullo y llamar a su hijo para que viniese a buscarle. La mano le temblaba mientras su dedo pulgar buscaba en la agenda desesperado el nombre de Lewis. Cuando lo encontró se quedó paralizado sobre el boton de llamada.

Hecho una ultima mirada al mar y apretó el telefono. Estaba harto de aquello ya, tenia que salir de alli.

Una pareja de hombres, grandes como armarios y vestidos de traje se acercaron a Eric.

-Si? -dijo la voz de su hijo al otro lado del telefono
-Lewis?
-Papa?
-Hijo -dijo estallando en lagrimas- Lo siento.
-Papá estas bien?
-Si hijo... lo siento -apenas podia hablar- he sido un idiota
-No pasa nada -contestó su hijo al otro lado del telefono y una lagrima recorrió su mejilla -todos cometemos errores
-Quiero irme.... puedes venir
-Claro que si papá, donde estas ahora?
-Estoy en la puerta del casino -dijo y se secó las lagrimas con una sonrisa de felicidad, sintiendo su calidez despues de tanto tiempo

Una de las manos de los armarios le tocó el hombro y eric se giró

-Vale pues estoy alli en nada...
-Espera hijo -dijo Eric sin dejar de sonreir - Te llamo despues
-Papá? Pasa algo?

La linea se cortó.

-Supongo que os envia Lucas -dijo dando una calada a su cigarrillo
-Si. Tiene el dinero
-Necesito algo mas de tiempo
-El señor Lucas ya no tiene mas paciencia. Ha dicho que ya le ha dado a usted demasiado tiempo, que quiere su dinero hoy y que no aceptemos un no por respuesta
-No tengo el dinero
-Tambien supuso que usted diria eso -dijo el otro maton, el que no habia hablado hasta el momento -y nos dejó un mensaje bien claro para usted "saldareis la deuda, ya sea con su dinero o con su piel"

No pudo evitar escapar una sonrisa, aun estaba feliz de que su hijo no le guardase ningun rencor.

-Creo que será mejor que demos un paseo -dijo el primer maton.

Lanzó su cigarrillo y los tres comenzaron a andar. Caminaron tranquilos por la playa hasta estar debajo de los muelles. Despues de una fuerte sacudida que quedó insonorizada por el mar y los fuegos artificiales de la fiesta que se estaba formando arriba un casquillo de plomo salió volando humeante. El cuerpo sin vida y con medio craneo abierto de Eric cayó antes de que tocase el suelo.