martes, 7 de julio de 2009

Hear my warcry

Se oían truenos en el horizonte y las nubes a lo lejos se encendian y se apagaban con cada nuevo golpe como si Dios enviase un mensaje en morse al mundo. Pedro y su hermano pequeño Manuel jugaban a futbol mientras sus padres buscaban comida. La pelota se fue a la carretera y el benjamin corrió detras de ella. A pesar de que aquella habia sido una de las calles mas centricas de todo los Angeles ya no quedaba nadie. Despues de la guerra nuclear mundial nadie vivia en las ruinas. Demasiada contaminacion decian, en su lugar todos se habian trasladado al campo en donde Edward "el negro", autoproclamada nuevo dios y señor y del continente americano, gobernaba a traves de unos señores feudales a los que llamaba apostoles.

Mientras en europa los mutantes franceses luchaban a muerte con los pocos supervivientes del viejo continente, en Asia los lideres asiaticos vivian en la ciudad flotante de nuevo Shangaii (ignorando las peticiones de los ciudadanos normales que habian terminado en tierra y ahora pasaban por el mismo infierno que todos los de mas) y en Africa solo quedaban animales salvajes, en America tenian su propia guerra civil.

"El negro" no era un buen gobernante. De hecho no se podia decir ni que gobernase puesto que la unica ley que habia era la de que los apostoles, Edward y los de mas soldados de su ejercito podian hacer lo que quisiesen cuando, como y donde les diese la gana.

Cuando cogió la pelota Manuel se asustó. Los truenos de pronto eran constantes y cada vez mas cercanos. Sonaban tan cerca que el suelo temblaba. Se dió la vuelta y vió unos monstruos gigantes que a sus cuatro años de edad no habia visto nunca. Caminaban a cuatro patas y tenian dos cabezas, una de ellas de bestia pero la otra era humana. De hecho la mitad superior de su cuerpo parecia un guerrero humano.

Antes de que aquellos soldados en sus caballos pisasen a su hermano Pedro lo sacó de alli y lo llevó a un lugar seguro.

-Pedrito -dijo sollozando del miedo -que son.
-Son caballos Manuel.
-Caballos.
-Si, una manera de viajar mas rapido que caminando. Deben de ser tipos importantes para tener caballos.

Una de las consecuencias (aparte del invierno nuclear, la radiacion y la propia explosion) que tienen las bombas nucleares es que provocan una onda electromagnetica que apaga todos los aparatos electronicos en su radio de accion. Este tipo de cosas no suele importar demasiado puesto que no suele haber supervivientes al explotar una bomba nuclear. El problema es que en aquel momento las bombas habian caido por todo el planeta y, aunque no eran demasiados, los pocos supervivientes se enfrentaban al nuevo mundo sin apenas medios.

Dos mil años de progresos cientificos para terminar caminando en caballo luchando con espadas como se hacia en la edad media.

Dragon iba delante del convoy, como siempre. Era el lider de aquel regimiento de "la resistencia" (los hombres que luchaban contra la tirania de Edward "el negro"). Vio a los niños pasar. Hacia mucho que no veia humanos tan jovenes, sintió lastima por ellos y pensó en que sus hijos habian corrido mejor suerte al morir en las explosiones quince años antes. Al menos no tuvieron que perder su inocencia viendo aquello en lo que se habia convertido el mundo.

Se detuvieron en un alto a la orden de su lider. Dragon descendió de su caballo y caminó hasta el borde del precipicio. Pajaro, su mano derecha descendió poco despues y se quedó mirando junto a él el desolado paisaje. Los truenos continuaban a lo lejos en el encapotado cielo gris.

-Va a llover -dijo su compañero y fiel amigo.
-Cuando nos ha detenido la lluvia Pajaro? -le respondio el sonriendo.
Pajaro le devolvio la sonrisa, ninguno de los dos se miraba pero no hacia falta- Nunca Dragon, pero sabes que odio luchar con lluvia.

Ensordeciendo los truenos en mitad de las ruinas sonaron unos cuernos. Eran la señal de que los hombres de Edward estaban acercandose.

-Es la señal. ¿Estas listo?
-Crees que alguna vez lo estaremos -respondio pajaro.

Los dos amigos volvieron a sus caballos miraron a sus hombres y gritando bajaron la colina rumbo a la batalla.