sábado, 4 de julio de 2009

Puntos erogenos.

La pelicula era un coñazo y los dos empezaban a quedarse dormidos en el sofá. Ella estaba tumada sobre él, miraba la pelicula como quien mira llover, sus ojos se entrecerraban. Él llevaba tiempo sin mirar la pelicula. Practicamente desde que Cameron Diaz y Jude Law se habian conocido en el bar, no soportaba las comedias romanticas y ya si encima eran malas aun peor.

Su mano comenzó a deslizarse sobre ella. Primero por el hueco que quedaba entre su camiseta y el pantalon, ella le dejó y sonrió mientras le subia un poco mas la camiseta. Cuando llegó a los brazos comenzó a estremecerse y se acurrucó un poco mas junto a él pero siguió finjiendo indiferencia. Sonriendo pero sin mirarle. Él tambien sonreia mientras la miraba, siempre hacian lo mismo y ya la conocia lo suficientemente bien como para no saber lo que estaba pasando.

El cuello era uno de sus punos favoritos, para ella no claro pues era cuando de verdad comenzaba a costarle fingir que no sentia nada. Demasiadas cosquillitas y placer, los pelos del brazo (o bueno, a ojos del gran publico su ausencia de pelos en los brazos) se ponian de punta, sentia piel de gallina y comenzaba a, sin dejar de sonreir maliciosamente, morderse irremediablemente el labio. Él sabia todo eso y por eso le encantaba.

Y entonces llegaba al gran final que hacia que ella saltase por fin. El boton de encendido, su interruptor personal, su punto erogeno (y como comprobó en años posteriores el de muchas mujeres) las orejas.

Sus diminutas orejas, bastaba con una caricia un leve mordisco y ella se estremecia y no podia evitar saltar sobre él.

Mas o menos en el momento en el que Jack Black se declaraba a la chica de Titanic, las palomitas volaron por el aire y ella, mientras le mordia y le besaba el cuello comenzó a levantarle la camiseta.