miércoles, 15 de octubre de 2008

Gran perdida (o La muerte del capitan universo)

Hacía mucho viento aquel dia y el muelle de las arenas no es un buen sitio en el que estar cuando hace viento. Aun así, su padre había insistido en ir a dar un paseo con él.

Su padre no vivía en casa. Trabajaba fuera toda la semana y solo estaba allí los fines de semana, por eso, cuando volvía lo unico que quería era pasar tiempo con su madre y con él, su hijo de cinco años, Julio.

Caminaban por el muelle de la mano. Había un tiempo muy contradictorio muy propio de los veranos de bizkaia, a pesar del terrible viento no había apenas un par de nubes en el cielo azul. El padre de Julio iba fumando, un vicio que no soportaba su madre y que le obligaba a fumar exclusivamente cuando ella no estaba presente (salvo en cenas, comidas y actos sociales). Su hijo, por su parte, llevaba un juguete en la otra mano. Su juguete favorito, el Capitan Universo.

El Capitan Universo era su heroé. Volaba, lanzaba ondas de energia y tenía superfuerza. Julio disfrutaba a diario, sin perderselo ni un solo dia, de las aventuras del Capitan en su serie "Capitan Universo". Se sabía la cancion de la presentación de memoria, todos los nombres de todos los villanos contra los que se había enfrentado el capitan y casi todas sus aventuras.

En el colegió jugaba con sus amigos al Capitan Universo, lo cual era un problema, porque todos querían ser él y nunca se ponían de acuerdo en quien hacía del Lord Barón, el archienemigo del Capitan Universo ni quien interpretaba al Dr. Salazar o al Chico Galaxia, los ayudantes ocasionales de el héroe.

Bajaron del paseo a los muelles para ver el mar y los barcos un poco mas de cerca. Su padre le iba contando cosas de barcos, cosas que sabía porque su abuelo había sido Marino. Julio lo escuchaba con atención mientras movía la mano en la que sostenía al Capitan para hacer que volaba.

Se acercaron al borde del mar y se quedarón mirando en silencio los dos.

Poco despues llegó el perro.

Era un perrito pequeño, uno de esos perros absurdos que no son conscientes de su tamaño y son agresivos con cualquier persona. Uno de esos perros que comunmente se conocen como "perros patada". Su dueña era la hija pequeña de el orondo señor que lo estaba paseando. Caminaba sacando pecho y fumando un gran puro que cuando se lo metía en la boca se perdía entre su espesa barba.

Evidentemente llevaba al perro sin atar.

El perro se abalanzó sobre el pequeño Julio asustandolo. Le mordió la pierna y abrió las palmas de las manos.

El capitan universo voló por encima de la valla.

El padre del niño propinó una patada al perro alejandole un par de metros de su hijo, y cuando el perro, que como he explicado era uno de esos perros que no tienen consciencia sobre lo que pueden y no pueden hacer, volvió a atacarles su padre le propinó una segunda patada.

Llegó el dueño y agarró al perro. Luego comenzó a discutir con el padre de Julio y a gritarle por haberle dado esas patadas, a lo que este se defendia diciendo que el perro estaba atacando a su hijo.

Julio les ignoraba y solo miraba al gran mar al que había caido su heroe. No se le veía por ninguna parte.

No le importaba el dolor de la pierna ni la sangre que le caia por ella. Ni siquiera le importaba ya el gran susto que le había dado el perro.

El capitan universo ya no estaba y una lagrima recorrió la mejilla del niño.



Su padre que ignoraba todo esto le cogió furioso la mano y se lo llevo mientras gritaba insultos e improperios hacía el perro y su dueño.

Mientras era arrastrado Julio no podía dejar de mirar al mar que se había tragado a su héroe.