domingo, 12 de abril de 2009

Miedo

Al tiempo que Federico (Fede para los amigos) Méndez dejaba a la que hasta entonces había sido su novia de toda la vida después de casi cinco años de noviazgo, a aproximadamente doscientos metros de ellos, en el mismo parque que él había decidido sería el escenario final para su último acto puesto que aquel lugar significaba mucho para ellos y ya que en realidad no tenia absolutamente ningún motivo lo suficientemente importante para dejarla mas que el hecho de que se había aburrido de ella, con una diferencia horaria de menos de un minuto, sentados en un banco Marcos y Elisa miraban a la ria mientras comían pipas.

Marcos y Elisa eran una pareja de cobardes. Toda su vida habían vivido con miedo. Miedo al fracaso, miedo al compromiso, miedo a decepcionar a sus padres… Su leiv motiv, lo que les llevaba a actuar del modo en el que lo hacían no era mas que el miedo a casi todo. Marcos por su parte era hijo de un medico, un respetable cirujano que había salvado incontables vidas y cuya mayor ilusión era que su descendiente siguiese su camino y la tradición familiar de ser médicos. Eso había marcado toda su vida, era chico de colegio privado, de ciencias, y ahora era estudiante de universidad privada de tercero de medicina. Marcos también tenia una guitarra que le ayudaba a desconectar. Quería formar un grupo pero para su desgracia sus amigos (los que sabían tocar algún instrumento) no compartían ni de lejos su pasión por la música. No eran animales de conciertos, no se les ponían los pelos como escarpias con un buen riff de guitarra. Por eso las únicas veces que había mostrado sus grandes dotes como guitarrista al publico siempre fueron tocando canciones que el odiaba, temas populares, de hombres G o el single que estuviese de moda en aquel momento.

Elisa era un caso aparte. Elisa pintaba, sacaba fotografías, escribía… era una artista. Sin embargo para un padre ingeniero y una madre abogada aquello significaba poco mas que un hobby. La apuntaron a clases de casi todo de niña, pero ya de mayor todo lo que había aprendido lo había hecho por ella misma. Aunque le hubiese gustado no estaba en bellas artes. En lugar de eso estudiaba con la mitad de sus compañeras del colegio de monjas Administración y dirección de empresas, cosa que no soportaba pero que, según decía todo el mundo, debía “tener muchas salidas”. había un montón de cosas que Elisa no soportaba de sus amigas. Su poca profundidad, su modo de seguir a la plebe, esa costumbre absurda de no salir a una fiesta solo por el hecho de que no fuese a haber nadie conocido… pero aun así eran sus amigas y aunque no se sentía cerca de ellas en prácticamente (salvo un par de excepciones) nada, no tenia otras.

Marcos y Elisa estaban enamorados el uno del otro. Sin embargo ninguno de los dos sabia de los sentimientos de la otra persona. En lugar de eso se limitaban a quedar “como amigos” y a conformarse con ciertas miradas, ciertos gestos que, aunque ambos entendían a la perfección, preferían seguirse negando a reconocer.

Un par de horas antes de que ambos se encontrasen Marcos charlaba en casa de Santi, un amigo suyo sobre aquello.

-Es que… no se tío… a veces me parece que le gusto.-decía él
-Y porque sabes que no? -le preguntó Santi
-Pues porque esas cosas se saben no? Quiero decir… al menos en mi caso las pocas veces que le he gustado a alguien ella me lo ha dado a entender perfectamente.
-¿Y ella no hace eso?
-No… si… a ratos
-¿En que quedamos?
-En que a ratos si que me parece que le gusto. A ratos el mundo se detiene y siento que ella tiene tantas ganas de besarme como yo a ella.
-¿Y que pasa?¿Por qué no os besáis?
-Porque son solo un momento, son solo una mirada. Aunque parece que el mundo se ha detenido durante al menos un minuto el momento no dura mas de cuatro segundos.
-Bueno, pues bésala entonces
-¿Estas loco?
-¿¡Que!?
-¿Cómo voy a besarla?
-¿Qué pierdes por intentarlo?
-No se… igual se enfada y deja de hablarme… o directamente me humillo tanto que aunque no se enfade lo nuestro nunca volverá a ser igual porque cada vez que la vea me acordaré de cómo la cague entonces.
-Piensas demasiado tío.
-Lo se…
-Mira… -dijo al rato Santi- hoy vas a quedar con ella no?
-Si
-Bueno, pues si vuelve a pasar inténtalo.
-¿Y si no sale?
-Piensa que así por lo menos habrás salido de dudas.

Un poco antes de aquello, a varios kilómetros de la casa de Santi, Elisa sacaba a su perro Sparky al tiempo que hablaba por el teléfono móvil con su amiga Sandra, una de esas tres excepciones que había en su grupo.

-Si tía hemos vuelto a quedar.
-Puff… de verdad que no os entiendo -dijo Sandra
-Porque no?
-tía porque no puedes andar detrás todo el día.
-No ando detrás.
-Si si lo haces. Quedáis guay, ¿Pero que hacéis?
-Nada… tomamos algo… hablamos.
-Pues eso, pero tu no quieres hacer eso con él. Quiero decir, no quieres hacer SOLO eso.
-Ya…
-”Ya…” -dijo imitándola- Joder hija que parada eres.
-¿Y que quieres que haga?
-Salir de dudas tía!
-Y que hago, ¿se lo pregunto?
-Por ejemplo.
-Estas loca.
-Oye, de algún modo tendrás que hacerlo no? O prefieres estar toda la vida así, toda la vida quedando con un tío que no te hace ni caso.
-Pero es que no se si me hace caso o no.
-¿Qué quieres decir?
-Que a veces si me da la sensación de que le gusto.
-Eso no me lo habías contado guarra!
-Si, si que te lo he contado, ya sabes, como la otra vez que me ayudó a bajar de un autobús y nos quedamos mirándonos y de pronto fue como si el mundo se detuviese
-Ya… dices cuando NO HICISTE NADA ¿no?
-Vete a la mierda.
-Mira tía… yo saldría de dudas. Si hoy has quedado con él aprovecha.
-¿Y si sale mal?
-Pues mira, por lo menos lo habrás intentado.

Volviendo aproximadamente al momento en el que Fede le daba la mala noticia y mas o menos al mismo tiempo que ella estallaba en lagrimas, cuando Marcos y Elisa terminaban el paquete de pipas que estaban comiendo juntos una gaviota pasó frente a ellos a toda velocidad, cayó en picado en el mar y salió con un pescado en la boca.

-Mierda -dijo Elisa sonriendo
-¿Que pasa? -Le preguntó Marcos.
-¿Has visto eso? No sabia que las gaviotas pescasen! Y encima no le he podido sacar foto.
-¿No lo sabias en serio?
-No… ¿tu si?
-Si claro.
-Como “claro” porque mierda ibas a saber las costumbres de las gaviotas.
-Bueno igual no pero no se… a mi me lo explico mi padre de pequeño. Nosotros veraneamos en un sitio costero de Cantabria y hay un montón de gaviotas allí y un día les vi haciendo eso.
-Y que te dijo te padre.
-Que lo que deben hacer es quedarse sobrevolando contra el viento hasta que ven un pez en el mar y entonces se lanzan tras él a toda velocidad y en picado.
-No sabia… pensaba que las gaviotas solo comían mierda.
-No claro que no -dijo él.

Se quedó mirándola. Ella seguía mirando al mar. había sacado su cámara con la esperanza de volver a ver el fenómeno y, esta vez si, fotografiarlo. Un par de segundos mas tardes Elisa se sintió observada y miró a Marcos.

En ese momento, justo cuando una segunda gaviota localizaba un pez en la parte de la superficie del mar, en el momento en el que la novia de Fede salía corriendo empapada en lagrimas y lo dejaba a él solo y con la cara roja debido a una sonora bofetada, en ese exacto segundo el mundo se detuvo durante aproximadamente un segundo aunque los únicos que se dieron cuenta de aquello fueron Elisa y Marcos.

Durante aquellos escasos segundos las mentes de ambos eran una tormenta de pensamientos abstractos que les devolvían a conversaciones pasadas, a momentos pasados, a recuerdos, frases, gestos, pero lo principal, al miedo.

Como he dicho los dos eran unos animales que se movían impulsados por el miedo. Pero aquel era un miedo que no conocían y que habían confundido con el miedo al rechazo, y era el miedo a la perdida. ¿Y si no lo intentaban? ¿Y si no intentarlo conducía a que alguno de los dos se cansase de esperar? ¿Podrían vivir el uno sin el otro?

El reloj, aunque el mundo no lo notase corría a toda velocidad.

En la mente de marcos apareció de pronto una frase.

-Piensa que así por lo menos habrás salido de dudas.

Cuando el tiempo volvió a la normalidad, la novia de Fede terminó de marcharse, este se encendió un pitillo y la gaviota se lanzó en picado a por su comida, los labios de ambos se tocaron. Fue un beso perfecto, un beso histórico, un beso que los dos recordarían el resto de su vida.
Después de casi un minuto de beso (un buen tiempo para un primer beso entre dos personas) Marcos dijo:

-Te has vuelto a perder el numero de la gaviota
Ella lo miró por el rabillo del ojo mientras se mordía el labio inferior -No importa… ha merecido la pena…

Y de nuevo los dos se besaron.