lunes, 25 de mayo de 2009

Redencion

La lluvia caia con fuerza encharcando las calles vacias. El sonido que producia al chocar con los coches, el plastico de las marquesinas y los contenedores y los charcos del suelo daban un ritmo caotico al silencio como si un par de locos se hubiesen puesto a tocar la bateria. Los cuatro gatos que aun quedaban en la calle, amantes sin un sitio decente donde tener sexo, yonkis, putas y policias, se refugiaban como podian de la que era una de las mayores tormentas en lo que llevaba de año.

Ella salió corriendo calle abajo. Corria por en medio de la calle, estaba demasiado enfadada como para preocuparse por los inexistentes coches que podrian llegar a atropellarla. El salió poco despues y grito su nombre. Despues salió corriendo tras ella.

La alcanzó un par de calles mas allá, estaba sentada en una marquesina esperando a su autobus. Estaba empapada, tanto que él no era capaz de distinguir en su rostro que eran lagrimas y que era lluvia.

-Que coño haces aqui?- Le espetó cuando llego mientras él recuperaba el aliento
-Saliste... Saliste corriendo- dijo entre jadeos
-Y que coño esperabas que hiciera? ¿Que te reciviera con los brazos abiertos?
-Bueno no, pero tampoco esperaba que salieses corriendo.

Ella apartó la mirada.

-Se puede saber que te pasa? -dijo el
-¿Que me pasa a mi? ¿Que coño pasa contigo? Pasa un año sin que sepa apenas de ti porque decidiste marcharte a la aventura. Tardé seis meses en dejar de llorar por las noches sabes. Y justo cuando rehago mi vida vuelves y me sueltas toda esa charla sobre que quieres recuperarlo, y esperas que me tire a tus putos brazos? Joder!

Se sentó a su lado.

-No espero que saltes a mis brazos ni que me perdones ahora mismo. No he dicho eso.
-A no y que has dicho
-Que he vuelto para recuperarte

Los locos seguian tocando sus tambores.

-No Pete. Ya no.
-Te recuperaré. He nacido para estar contigo. Este año me he dado cuenta, no puedo vivir sin tenerte en mi vida.
-Insito, no me vas a recuperar. Quiero a mi novio.

El se levanto se encendio un cigarrillo

-Y si te digo que no voy a rendirme. -Le miro sonriendo, ella lo miró atonita. -Nos vemos Morena.

Y comenzó a andar calle abajo. Cuando el cerebro de ella consiguió asimilar lo que acababa de pasar dejó escapar una sonrisa.