lunes, 18 de mayo de 2009

El detective (5)

Los muelles tampoco aportaron gran cosa, al menos por la mañana. Habló con muchos de los trabajadores y todos ellos ignoraban lo que habia en los baules, los pocos que lo sabian juraban que todo lo que contenia era legal. De nuevo todo apuntaba a que Marie tal vez solo estuviese paranoica cosa que no le terminaba de cuadrar al detective ya que era una historia demasiado elavorada y rebuscada para ser mentira.

Antes de colarse en los almacenes por la noche y violar alguna que otra ley necesitaba estar seguro de que Spinelli habia ido a ver a Henderson la noche en la que lo asesinaron.

Robó el listin telefonico de una cabina que habia cerca de su casa y subió a su despacho. Se encendió un cigarrillo y comenzó a llamar a todos los Spinelli de la lista con la esperanza de que alguien conociese a Harry.

Los cinco primeros fallaron. Probó el sexto, cogió la voz de una anciana.

-Diga?
-La señora Spinneli?
-Si... ¿Quien es?
-Está Harry en casa?
-Harry? Quien pregunta?
-Verá señora soy Jack Smith, un viejo amigo de Harry, me dijeron que tal vez estuviese en la ciudad y llevo llamando a todos los Spinelli de la lista con la esperanza de encontrarlo.
-Vaya... pues lo siento... pero... encontraron muerto a mi hijo Harry hará un par de dias.
Hizo una pausa para aportar sentimentalismo y credidibilidad -....Lo siento... que le pasó?
-Si eras su amigo imagino que ya sabrás como era... supongo que se metió en un lio del que no pudo salir.
-De verdad que lo siento... debe de sentirse muy sola
-Si... ahora solo me acompañan mis gatos.
-Bueno mire... la verdad es que solo estaré en la ciudad hasta mañana, le importa que vaya a hacerla compañia? No tengo nada que hacer y su hijo me sacó de mas lios de los que puedo recordar asi que siento como que en parte se lo debo.
-No no, no se preocupe no hace falta.
-Insito
-Bueno de acuerdo...
-Estaré alli en un salto
-Vale vale, hasta ahora señor...
-Smith, Jack Smith
-Pues bueno, hasta ahora señor Smith... a y muchas gracias.
-No se preocupe.

Los dos colgaron. Jack se recostó triunfante sobre su silla. Ya tenia uno de los extremos del hilo, ahora solo habia que tirar de él para saber donde llevaba.