martes, 19 de mayo de 2009

Sabado por la mañana (no se si es bueno llamarlo historia ya que no va de nada)

El sol pegaba con fuerza pero una leve brisa nordica equilibraba el ambiente en el parque aquel sabado por la manañana.

Un grupo de niños jugaba un partido de futbol en una de las campas y en los bancos sus respectivos padres los miraban y bromeaban sobre cual de los niños era el mejor. En la terracita que el ayuntamiento habia habilitado transformando el pequeño quiosco en un improvisado bar-cafeteria el grupo de madres, hartas de estar toda la semana cuidando de sus hijos, se relajaba en el unico momento en el que sus maridos estaban en casa o al menos ejercian de padres.

Un pequeño grupo de perroflautas estaba un poco mas hayá. Fumaban porros, tocaban la guitarra y uno de ellos (con unas largas rastas) jugaba al diavolo mientras las niñas y los niños que habian empezado a utilizarlo se sorprendian de su habilidad. Tambien lo miraban, un poco mas hayá un grupo de quinceañeras que comia pipas mientras escuchaba el politono del momento en su movil. Mierda de musica para una mierda de reproductor que no hacia si no ayudar a sus neuronas a convertirse en serrin. Pero ellas miraban al chico de las rastas de otra manera, comentaban sus fibrosos brazos, el tatuaje que lucia en uno de ellos y reian con esa risita estupida caracteristica de las mujeres de su edad.

En el borde del parque, no muy lejos de ellas pero ya lejos de las campas otro grupo, esta vez de chicos, hablaba incoherencias a gritos intentando llamar la antencion de las anteriores. Se apoyaban en las motos a ver las mujeres pasar y a cada rato hacian alguna payasada sin exito porque ellas seguian mirando al chico de las rastas.

Entre todos esos un estudiante de bellas artes abocetaba solo, acompañado de su musica, al chico de las rastas y a una guapa profesora de guarderia que, en su dia libre, habia salido a correr y ahora se refrescaba en la fuente. Su esbelta figura, algo desfasada por el peso de la edad, se realzaba con las mayas y la camiseta sudada.

Por el paseo pasaban parejas en bicicleta, familias que volvian a casa a comer, jovenes enamorados y gente paseando al perro mientras dos matrimonios de ancianos de esos que llevaban toda la vida juntos los veian pasar y los miraban, a pesar del fantastico dia que hacia, con cara de pocos amigos y refugiandose a cada rato en sus chaquetas (los ancianos siempre tienen frio)

El sabado por la mañana en el parque se respiraba alegria y tranquilidad.